Es
más que conocido que las ballenas (así como los delfines, cachalotes o
marsopas) son mamíferos y que descienden de mamíferos terrestres de cuatro
patas. Esto es algo que se extrae de su propia anatomía y fisiología. Por ello,
los antepasados de las ballenas actuales tuvieron que atravesar una etapa en
que su estilo de vida fue fundamentalmente anfibio.
En
contra de lo que los creacionistas dicen, los fósiles de estas “ballenas
anfibias” no son escasos y, durante los últimos 20 años, se han ido
identificando no pocos géneros de cetáceos ancestrales que han sido
clasificados como arqueocetos (“ballenas antiguas”).
De
todas las ballenas anfibias, el Rodhocetus
es uno de los ejemplares más interesantes debido a que sus restos nos permiten
contemplar un esqueleto prácticamente completo de una ballena adaptada a un
estilo de vida anfibio que todavía conservaba muchas características de sus
antepasados terrestres.
Los primeros restos de Rodhocetus fueron descubiertos por Philip
Gingerich en Pakistán en 1992 en la formación de Rodho, en honor a la cual el
propio Gingerich et al describieron como Rodhocetus
kasrani. Estos restos constaban de un cráneo con numerosos dentarios y
buena parte de la columna vertebral. En 1995 Gingerich encontró otro esqueleto
en Pakistán. En base a estos restos, Gigerich hizo una reconstrucción
interesante similar a un delfín primitivo que encajaba en la idea de las
ballenas de cuatro patas.
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Primera reconstrucción del Rodhocetus realizada en 1995 |
Este punto de vista fue
mayoritariamente superado cuando en 2001 el propio Gingerich encontró otro
ejemplar de Rodhocetus en
Balochistán, Pakistán. Este nuevo Rodhocetus
balochistanensis contenía las siguientes partes:
- Una caja craneal, dentarios y una mandíbula no
fusionada
- Gran parte del esqueleto, incluyendo vértebras
cervicales, torácicas y caudales, pero no las vértebras sacras.
- - Partes de las extremidades anteriores, incluyendo el
húmero, radio y cúbito izquierdos y ambas manos.
- - Partes de la pelvis
- - Material de las extremidades posteriores incluyendo
el fémur derecho, tibio peroné y parte de la fíbula. Dos pies virtualmente
completos, incluyendo tarso, metatarso, astrágalo y falanges.
Reuniendo los restos de
ambas especies Gingerich, Thewissen et al consiguieron una reconstrucción mucho
más realista del Rodhocetus que
seguramente sea la reconstrucción más completa y leal de una ballena anfibia
que tenemos actualmente.
¿Cómo era el Rodhocetus?
La reconstrucción actual
nos muestra un animal de en torno a 2,5 metros de longitud.
Rodhocetus tenía
cuatro patas, pero tanto sus extremidades anteriores como las posteriores eran
más cortas que las de la mayoría de los mamíferos terrestres. Sus extremidades
posteriores eran mayores que las posteriores y tenían una constitución más
similar a la de los artiodáctilos que a la de los mesoníkidos, grupo que
históricamente se ha considerado como ancestral. Los huesos de estas
extremidades eran lo bastante robustos como para sostener al animal fuera del
agua.
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Esqueleto del Rodhocetus balochistanensis |
Las crestas de los dedos
del pie nos muestran que tenían pies palmeados, adaptación para el medio
marino, pero paradójicamente los dedos de los pies parecen haber tenido forma
de pezuña. En este punto debemos recordar que los estudios genéticos relacionan
a los cetáceos con los mamíferos con pezuñas y que los propios mesoníkidos
tenían estructuras similares a pezuñas. Así, las manos y pies del Rodhocetus estaban palmeadas pero tenían
pezuñas primitivas, una curiosa combinación de adaptaciones acuáticas y
reminiscencias terrestres.
La cadera estaba bien desarrollada
para encajar con las extremidades posteriores. Si bien no se fusionaba, era
mucho mayor que las pelvis vestigiales de los cetáceos modernos.
La columna vertebral presenta
también características mixtas: las vértebras de la región sacra no se fusionan
y se conectan menos vertebras a la pelvis que en un mamífero terrestre, lo cual
permitía a la columna vertebral ser mucho más flexible durante la natación,
pero tienen espinas altas que dan a entender que podía sostenerse en tierra
aunque seguramente con poca gracia.
La cola de Rodhocetus es aun hoy objeto de
controversia, ya que no disponemos de vertebras finales. En la primera
reconstrucción, Gingerich supuso que tenía una cola caudal en base a la
estructura de su columna vertebral. Este punto de vista fue respaldado por
Stephen Jay Gould, pero tras el descubrimiento de Rodhocetus balochistanensis este punto de vista ha quedado relegado
para la mayor parte de los investigadores (aunque, como se comentará más
adelante, los creacionistas la siguen abrazando) y se considera que cola de Rodhocetus sería simple y no muy
alargada. Pero sí muy musculosa, considerándose que podía servir como timón.
Al cráneo de Rodhocetus es una pequeña joya, ya que
ambas especies nos han dado acceso a cráneos bien conservados. En general, el
cráneo de Rodhocetus era similar al
de arqueocetos anteriores como Pakicetus
o Ambulocetus y diferente al de los
mamíferos terrestres. Tenían un rostro alargado y afilado, con el orificio de
la nariz en la parte superior y una alargada mandíbula que muestra una
dentición heterodonta, esto es, con dientes de diferentes formas.
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En referencia al cráneo y
estructuras auditivas, Sirpa Nummela, Thewissen et all, han realizado un
interesante estudio comparando los cráneos y estructuras auditivas de
arqueocetos de distintas familias y épocas. Si bien no incluyeron al Rodhocetus sí incluyeron a su pariente
el Indocetus. El resultado fue que
los parientes más cercanos de Rodhocetus
conservaban las estructuras de audición propias de un mamífero terrestre pero
estas habían sido reducidas por la evolución, con senos que aislaban el tímpano
en el agua y un caracol más pequeño
Todavía más interesante es
que concluyeron que la mandíbula inferior albergaba almohadillas de grasa
similares a las de los modernos cetáceos ecolocalizadores que les permitían
emplear un recepción acústica con sus huesos, un sistema más eficaz en el agua que
en el aire y que no aparece en ningún otro grupo de mamíferos. Pero cuidado,
estaba presente el sistema receptor, pero no el sistema emisor (el “melón”). El
Rodhocetus tenía un sistema de
recepción acústica subacuática, pero era un sistema pasivo, recibía los sonidos
de su entorno pero no tenía un biosónar. Y también tenía un sistema auditivo
similar al de los mamíferos terrestres, aunque claramente reducido con menos
contacto con el tímpano y que se aislaba al entrar en el agua. Podía escuchar
bien en el aire y en el agua, pero no tan bien como los delfines modernos.
En lo que respecta al
cerebro, el cráneo del Rodhocetus
contiene un cerebro pequeño en comparación con las ballenas modernas, no solo
en bruto sino también en relación al peso corporal. Una de las mejores maneras
de estimar la inteligencia de una especie animal es el llamado ratio de
encefaización o EQ (Encephalization quotients en inglés) que supone relacionar
el peso del cerebro con el del cuerpo completo. La especie animal de mayor EQ
somos los humanos con un 7, entre nuestros parientes los chimpancés tienen un 3
y los gorilas 2.5. Entre los cetáceos actuales los delfines mulares tienen un
4.14, las orcas 2.57, las belugas 2.24 y el delfín del Amazonas 2.51. El EQ del
Rodhocetus kasrani está estimado en
0.25, una décima parte del de las orcas modernas, lo cual nos da a entender que
se trataba de una animal mucho menos inteligente que las ballenas actuales.
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Rodhocetus sin pelo, por Carl Buell |
Esto es común entre los
arqueocetos del período Eoceno que tenían cerebros mucho menores que sus parientes
contemporáneos.
Por último, no hay
consenso sobre la cubierta exterior del Rodhocetus,
en 2001 la nueva reconstrucción realizada por Gingerich et al en 2001 basándose
en el R. balochistanensis mostraba un
animal cubierto de pelo. Esta reconstrucción concuerda con otras
reconstrucciones como la del Ambulocetus
de Thewissen y apareció en la portada de la revista Science en 2001. Pero más
recientemente Robert Boessenecker, del NYIT (New York Institute of Technology),
propuso
que el Rodhocetus podría haber tenido
una piel similar a la de los hipopótamos, gruesa y con poco pelo. El principal
argumento de Boessenecker está en que los hipopótamos son los parientes más
cercanos de las ballenas.
Estilo de vida
En base a todo esto,
podemos reconstruir una aproximación de las costumbres del Rodhocetus.
Gingerich realizó un
estudio comparando el esqueleto casi completo del Rodhocetus balochistanensis con los de 46 especies de mamíferos
semiacuáticos desde los hipopótamos, los leones marinos o las nutrias hasta
ornitorrincos, castores y zarigüeyas acuáticas concluyendo que el sistema de
natación del Rodhocetus era más
similar al de los desmanes o topos nadadores que al de las nutrias o leones
marinos.
También sabemos que podía
moverse en tierra pero con poca gracilidad, así que el Rodhocetus debió de ser un animal anfibio que pasaba bastante
tiempo en el agua pero volvía a tierra para reposar y reproducirse.
Parte del documental "Evoluciones: La Ballena Andante" de Nathional Geographic centrada en Rodhocetus
Los estudios de las rocas
y los huesos nos indican que vivía en zonas de aguas someras, preferentemente
cerca de pantanos y estuarios, pero también hay consenso en que era capaz de
adentrarse en aguas más profundas donde era capaz de nadar mucho mejor que
cualquier cetáceo anterior.
Debemos de tener en cuenta
que los restos han sido localizados en lo que hoy es Pakistán pero la época en
que se han datado los restos (entre 48 y 40 millones de años) era la costa sur
de Laurasia, continente formado por la parte norte de Pangea, donde se
encontraba con el mar de Tethis.
Todos los cetáceos
actuales son cazadores y las denticiones del Rodhocetus, como las de todos los demás cetáceos, indican que se
trataba de un depredador. Su dentición heterodonta indica que troceaba y
masticaba la carne de sus presas y su EQ da a entender que no era capaz de
desarrollar las elaboradas estrategias de caza de los cetáceos modernos.
Así que podemos suponer
que se trataba de un depredador anfibio que se movía en aguas someras o
abiertas cazando peces, crustáceos y animales terrestres que se acercaban a la
orilla para beber. Podría cazar al acecho o persiguiendo a sus presas debajo
del agua, pero tampoco haría ascos a la carroña.
Nadaba usan sus patas
palmeadas como remos y su cola musculosa como timón. Podía tomar aire solo con
salir a la superficie pero no tendría tanta resistencia bajo el agua.
No debió de ser tan
sociable como los cetáceos modernos, sino que debió de vivir en territorios de
individuos o parejas.
Sobre su reproducción, se
ha descubierto un ejemplar gestante de un pariente cercano del Rodhocetus llamado justamente Maiacetus (“madre ballena”), Rodhocetus tenía crías desarrolladas,
las amamantaban y cuidaban. Es poco menos que imposible suponer su estrategia
copulativa, ya si fuera poligamia o monogamia.
Al ser un animal
heterotérmico, podría mantener su nivel de actividad al caer la noche o bajar
la temperatura.
El Rodhocetus no debió de ser tan amigable como sus parientes modernos
(cuya naturaleza amigable ha sido exagerada por los medios), se trataba de un
cazador agresivo y menos curioso que los delfines. Así que acercarse a ellos
podría haber sido una mala idea.
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Rodhocetus rodeado por Kutchicetus y Protosiren |
Dentro de las zonas
someras y estuarinas donde solía habitar, el Rodhocetus debió de coincidir con otros mamíferos anfibios como su
pariente Maiacetus o el Kutchicetus (un cetáceo anfibio de otra
familia) y el sirenio ancestral Protosiren,
que pudo haber sido una de sus presas.
Filogenia
Los cetáceos primitivos
son clasificados dentro del suborden de los arqueocetos (Archaeoceti), lo cual nos lleva a una clasificación que podía no
ser exacta al agrupar especies en base a caracteres basales y no derivados.
Dentro de los arqueocetos,
el Rodhocetus es incluido dentro de
la familia Protocetidae que sucedió a
la familia Ambulocetidae en el Eoceno
Medio.
Los creacionistas contra el Rodhocetus
En internet, los
creacionistas tienen una potente campaña contra el todos los arqueocetos y
contra Rodhocetus en particular.
Esto se debe a que el
amplio registro fosilífero de los cetáceos y el importante trabajo de
investigación realizado por Gingerich, Thewissen, Marino, Hamilton,
Boessenecker y otros durante las últimas décadas nos ha mostrado un importante
caso de macroevolución, bien documentado y contrastado entre estudios
paleontológicos y genéticos.
Así, los creacionistas han
negado una tras otra las pruebas de la evolución de los cetáceos. Primero
rechazaron la existencia de fósiles transicionales, pero conforme estos se iba
acumulando (Basilosaurus, Pakicetus, Ambulocetus, Dorudon…)
pasaron a tratar de desacreditarlos uno a uno. En este sentido, Rodhocetus ha sido objeto de las
críticas más agresivas.
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Crítica creacionista a la reconstrucción de Rodhocetus |
El motivo radica en el
trabajo de Carl Werner, supuesto doctor en medicina pero sin ningún grado en
biología y sin publicaciones paleontológicas pero biológicas, que es el creador
de un “documental” y un libro de propaganda creacionista titulados ambos “Evolution:
The Gran Experiment” que vieron la luz en 2007. En ellos ataca la
reconstrucción de Rodhocetus karsani
realizada en 1995 por Gingerich aprovechando que el propio Gingerich reconocía
que la condición incompleta de los dos esqueletos de R. karsani le forzaban a realizar suposiciones sobre parte de su
anatomía, especialmente la cola.
Así que la reconstrucción
con cola caudal del Rodhocetus es
actualmente un tema popular dentro de la literatura creacionista, donde se
afirma que la naturaleza especulativa de la cola caudada y de las patas
palmeadas dentro de la reconstrucción original del Rodhocetus eran suficientes para considerarlos falsos. Así que el Rodhocetus un mamífero completamente
terrestre (Ambulocetus y Pakicetus también) y que se rompe el
vínculo entre mamíferos terrestres y los cetáceos acuáticos.
En Creation Wiki se
incluye:
“Rodhocetus - espécimen
natural tiene unas patas traseras completas o cualquier [parte] de las patas
delanteras; sobre la base de un esqueleto incompleto fue retratado, de hecho,
como un delfín con pequeña patas delanteras y traseras. Sin embargo, los
fósiles recientemente descubiertos muestran que Rodhocetus fuera de las patas
traseras delante considerable tamaño y, que destruye por completo la imagen
delfinomorfa.”
Desde entonces, la
reconstrucción de Rodhocetus kasrani
de 1995 se ha convertido en un tema normal en las páginas creacionistas bajo el
lema “Rodhocetus: una ballena de cuento”
que celebra un gran boquete en la evolución.
Parte del documental "Evolution: The Gran Experiment" centrada en Rodhocetus
¿Dónde está el boquete?
Pues realmente no hay boquete, como he descrito previamente la reconstrucción
conseguida gracias al esqueleto completo del Rodhocetus balochistanensis tenía una combinación de
características propias de los cetáceos modernos y de los mamíferos terrestres.
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Portada de Science de 2001 protagonizada por la reconstrucción de Rodhocetus balochistanensis |
Su sistema de natación era
más similar al del desmán que al de las focas o las nutrias, cosa que se podría
inferir también de la natación de los cetáceos modernos que se basa en la
ondulación de la columna vertebral, cosa que el esqueleto del Rodhocetus nos da a entender que hacía.
Y también debemos tener en cuenta que su cadera era menor que la de un mamífero
terrestre y aunque podía moverse en tierra no debió de ser muy grácil fuera del
agua. (Dicho esto, recordar que los cocodrilos tampoco son tan torpes como
podría parecer).
La reconstrucción del Rodhocetus publicada por Gingerich en
2001 (seis años antes de la crítica de Werner) seguía siendo la de un animal
acuático con interesantes analogías con los cetáceos modernos.
Sobre el extremo de la
cola, única parte de la cual no tenemos muestras, el debate sobre si podría
haber sido caudada o tener un sistema caudal primitivo sigue abierto mientras
no se encuentren más restos.
Y llama la atención que
los creacionistas muestren altivos en Creation Wiki dos reconstrucciones de Rodhocetus sin cola caudal pero con
patas palmeadas y en el agua.
Conclusión
Rodhocetus es un
fósil interesante dentro del linaje evolutivo de los mamíferos en general y de
los cetáceos en particular. Se trataba de una criatura que no podría definirse
como “ballena” más que de una forma familiar, con un estilo de vida similar al
de un cocodrilo pero de sangre caliente y con buen oído.
Era menos inteligente que
los cetáceos modernos, pero su comportamiento debió de ser interesante.
Bibliografía
- Gingerich, Philip D. “Land-to-sea transition in early
whales: evolution of Eocene Archaeoceti (Cetacea) in relation to skeletal
proportions and locomotion o living semiaquatic mammals”. Paleobiology, 2003, pp 429-454.
- Marino, Lori. “Cetacea Brain Evolution: Multiplication
Generates Comlexity”. International
Journal of Comparative Psycology, 2004, pp 1-16.
- Nummela, Sirpa, Thewissen, J.G.M., et all “Eocene
Evolution of whale hearing”. Nature,
2004, pp 776-778.
-
Marino, Lori, Mcshea, Daniel y Uhen, Mark. “Origin and
Evolution of Large Brains in Toothed Whales”. The Anatomical Record, 2004, pp 1247-1255.
-
Thewissen, J.G.M.
The Emergence of Whales.
Advances un Vertebrate Paleobiology. 1998.
Lugares
de crítica creacionista:
-
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