Curiosamente,
la figura del “dios tiburón” es casi exclusiva de los pueblos del arco del
Pacífico. Las culturas europeas, africanas y americanas les prestaban muy poca
atención hasta la publicación de la novela “Tiburón” de Peter Benchley y de la
película homónima de Steven Spielberg, que crearon poco menos que de la nada el
mito del “devorador de hombres”.
Históricamente,
las culturas occidentales habían prestado más atención a los delfines,
ballenas, serpientes… pero en la zona del arco del Pacífico tenemos mitos sobre
tiburones que los plasman de una forma positiva que podría sorprender al
público occidental.
Tótem de un tiburón tallado en un hueso de sepia |
Dakuwaqa
Quizá
Dakuwaqa sea el dios tiburón más conocido en occidente. Se trataba de una
especie de tiburón guardián de los arrecifes que era dado a enfrentarse
exitosamente a otros guardianes como él.
En una
ocasión se dirigió al grupo de islas de Lomaiviti y derrotó a su guardián.
Henchido por la victoria se dirigió a Suva, cuyo guardián era mucho más
poderoso y desafió a Dakuwaqa, quien aceptó el desafío. Según la leyenda fue un
combate descomunal que causó grandes olas que atravesaron la boca del río Rewa
e inundaron valles. Al final, Dakuwaqa se alzó nuevamente victorioso.
Reanudó
su camino y, cerca de la isla de Beqa, se cruzó con su viejo amigo Masilaca,
otro dios tiburón, que le habló de la tremenda fuerza de los dioses que
protegían la isla de Kadavu. Masilaca preguntó a Dakuwaqa si tendría miedo de
enfrentarlos. Dakuwaqa se dirigió a Kavadu donde se enfrentó con un pulpo gigantesco
que tenía cuatro de sus brazos aferrados al coral y los otros cuatro sostenidos
en lo alto.
Nuevamente
se entabló una gran batalla pero Dakuwaqa, cegado por la ira, fue atrapado
entre los brazos de su oponente. Al verse atrapado, imploró el perdón del pulpo
jurando que nunca atacaría a nadie de Kadavu en cualquier parte que ellos
pudieran estar.
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Dibujo dramático de Dakuwaqa |
El pulpo
aceptó y desde entonces se convirtió en el protector de las gentes de Kadavu.
Entre los demás dioses tiburón se corrió la voz de que Dakuwaqa se había aliado
con el pulpo y comenzaron a temerlo mucho más que antes, solo Masilaca se
atrevía a acercarse a él de cuando en cuando para susurrarle “pulpo”.
Desde
entonces, la gente de Kadavu no teme a los tiburones cuando salen a nadar. Los
pescadores tienen a este dios en gran respeto por qué creen que los protege de
los peligros del mar y espíritus malignos, actualmente aun vierten un tazón de
yaqona reverentemente en el mar para honrar a Dakuwaqa. También existe la
creencia de que Dakuwaqa puede adoptar forma humana y se junta con las personas
para procrear.
Los altos
jefes de Cakaudroke también se consideran descendientes suyos y tienen un tótem
de tiburón al que atribuyen poderes predictivos.
En su
libro “Pacific Irishman”, el prior anglicano William Floyd comenta que “Cuando
llegué a Fiji el famoso pez-dios, Dakuwaqa, era muy real.” Hasta el punto de
mencionar varios encuentros con el gran pez, uno protagonizado por la nave del
gobernador, la Lady Escott.
Hay
cierto consenso en que el de Dakuwaqa es uno de los mitos autóctonos de Fiji
mejor conocidos.
También
tiene presencia en la cultura popular.
Kamohoalii
Es
mencionado por Philippe Cousteau en su libro “The Shark” como el rey tiburón de
las islas de Hawaii. Se pretende que Kamohoalii (Ka-moho-ali’i) era hermano de
varios dioses, como Pele, Kap p Hi’iaka y gobernaba a los demás tiburones desde
una caverna en las aguas de Honolulu, teniendo dominio sobre las islas de Maui
y Kahoolawe.
Se afirma
que fue él quien guio a los primeros habitantes de Hawaii hasta las islas.
Al igual
que Dakuwaqa, era un dios inmortal benévolo que protegía a los nadadores de
ahogarse y guiaba a los barcos a puerto. También podía adoptar forma humana y
engendrar hijos que, de ser varones, heredarían poderes de su padre y tendrían
una marca en la espalda similar la mandíbula de un tiburón, en cuyo caso sus
guardianes deberían evitar que catasen la carne. Los hawaianos sabían que los
tiburones pueden ser caníbales y temían que un “niño tiburón” pudiese volverse
antropófago si probaba la carne de cerdo.
Entre los
más conocidos de estos niños tiburón estaba Nanaue, concebido por Kamahoalii con
una princesa llamada Kalei, con la que llegó a casarse ocultándole su
identidad. Nanaue tenía un gran agujero en la espalda y era capaz de
transformarse en tiburón. Acabó por escapar de su hogar y casarse, pero la
avidez por la carne humana acabó por delatarle en varios lugares.
Kane’apua
era un dios tiburón hermano de Kamohoalii, famoso por sus embustes, mientras que
Keali’ikau’o Ka’u era su primo, un dios tiburón que se enamoró de una mujer a
la que dejó gestante, alumbrando un tiburón verde.
Avatea
También
llamado Vatea (significa luna), es una divinidad de las Islas Cook que algunos
consideran similar a Dakuwaqa. Sin embargo, no se trata de un dios guerrero
sino paternal que se ha definido como una deidad lunar padre de dioses y
hombres.
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Tótem de Avatea |
Según un
mito de la creación, la madre primordial (que por aqueses lares se llamaba
Vari-Ma-Te-Takere) creó seis hijos a partir de su cuerpo y situó tres a cada
lado. Avatea fue el primero de los ubicados a la derecha, lo cual le valió ser
dios de la luna. Al crecer se demostró que una mitad de su cuerpo era humana y
la otra mitad de un pez.
En
canciones se menciona a los dioses como “hijos de Avatea”
Kuhaimoana
Era un
dios tiburón que viviá en el islote Ka’ula. Se afirma que llegó a medir 55
metros y se lo llamaba “tiburón sobrenatural”, afirmándose que se le distinguía
por las barnaclas gigantes de su espalda.
Se pretende
que ayudó activamente a los primeros polinesios más allá de las Islas Marquesas,
con los vientos y su propio cuerpo.
Islote de Ka'ula, supuesta residencia de Kuhaimoana |
Kane-i-kokala
Otro dios
tiburón al que se veneraba porqué se creía que auxiliaba a las víctimas de los
naufragios.
Kauhuhu
El dios
tiburón de Molokai era menos conocido que Dakuwaqa, pero también menos
benévolo.
Lo conocemos
fundamentalmente por la historia de Aikanka (“El Comedor de Hombres”), donde se
menciona que tenía un heiau (templo) en los llamados acantilados audaces en el
sur de Molokai, donde era guardado por los Waka y los Mo-o, grandes dragones o
reptiles de las leyendas polinesias. Estos vigilaban la cueva cuando Kauhuhu
dormía o estaba ausente.
La
historia hace referencia a que un sacerdote llamado Kamalo llegó hasta el
templo. Kamalo tenía dos hijos y estos habían sido asesinados por un poderoso
jefe de la isla llamado Kapu por haberlo importunado con sus tambores.
Kapu era
el jefe del heiau de Aikanka, lo cual implicaba que era muy poderoso y temido,
por lo que nadie apoyó a Kamalo y numerosos profetas rechazaron ayudarlo o le
recomendaron sucesivamente otros profetas.
Al final,
desesperado, Kamalo encontró el heiau de Kauhuhu e intentó acercarse con un
cerdo negro a cuestas. Los dragones lo vieron y le dijeron que se marchara, que
aquel era lugar tabú para los hombres y que solo encontraría la muerte en las fauces
del dios tiburón. Pero Kamalo se emperró en que quería venganza y los dragones
comprendieron sus buenos sentimientos.
Con todo,
su presencia podía implicar también la muerte de los dragones, así que lo
escondieron tras una pila de basura donde le dijeron que guardara silencio. El
dios tiburón llegó pronto sobre las olas y asumió su forma humana. Pronto
comenzó a dar vueltas olisqueando al humano oculto y cuando los dragones lo
negaron les dijo que si lo encontraba los mataría.
Examinó
muy atentamente su cueva hasta que el cerdo de Kamalo gruñó, Kauhuhu lanzó un
grito y agarró a Kamalo llevándose a sus fauces.
Entonces
Kamalo reaccionó “E Kauhuhu, escúchame. Escucha mi oración. Entonces, tal vez
me comas”. La osadía asombró al dios tiburón “Bien por ti que hablaste
rápidamente. Tal vez tienes un buen pensamiento. Habla.” Le dijo. Entonces
Kamalo le habló del asesinato de sus hijos y su incapacidad para vengarlos, eso
hizo apiadarse al dios tiburón. “Kamalo si hubieras venido para algún otro fin
te devoraría, pero tu causa es sagrada. Yo estará como si kahu (tutor) para
castigar al alto jefe”.
Le dijo a
Kamalo que fuera su sacerdote y construyera su heiau en Kaluaaha. Debía recoger
cerdos negros, peces rojos y pollos blancos por el cuatrocientos. Le dijo
llegaría el día de su venganza cuando un arco iris llegara al templo de su
enemigo.
Kamalo
cumplió sus obligaciones y esperó una larga sucesión de días claros hasta que
llegaron varias nubes blancas, se juntaron y comenzaron una tormenta durante la
cual un arco iris llegó hasta el heiau de Kapa. Kamalo supo que había llegado
su venganza: la tormenta arrasó el templo de Kapa y la inundó comunicando con
el mar, aprovechando esto un gran número de tiburones llegó hasta allá y
masacró a Kupa y todo su linaje tiñendo el agua de mar de sangre.
Ese
motivo da nombre al lugar, que desde entonces se llama Aikanaka, lugar para los
comedores de hombres.
Después
de esto las leyendas dicen que cuando las grandes nubes se reúnen en las
montañas un arco iris se extiende por el valle, mirar hacia fuera para las
tormentas furiosas de viento y lluvia que vienen repentinamente barriendo el
valle. También que las tormentas causaron daño en las tierras adyacentes.
Ka’ahupahau
Junto a
su hermano Kahi’uka, era protectora tiburón de la isla Pu’uloa. Había nacido
como una mujer humana muy hermosa que se trasformó en un dios tiburón. Su nombre
significaría “Capa de Plumas Bien Cuidada”, la capa de plumas era un símbolo de
la realeza. Ayudaba a los pescadores y los protegía de los tiburones hostiles golpeando
con la cola para espantar o avisar. Vivía en una cueva submarina en la laguna
Honouliuli.
Kahi’uka
significa más o menos “Cola Golpeadora”, vivía en una cueva submarina de Moku’ume’ume
(Isla Ford) y podía asumir la forma de una roca marina.
Ambos y sus
seguidores no comedores de hombres eran aliados de los humanos, que los
alimentaban y veneraban.
Un día un
tiburón llamado Mikololou y sus amigos Kua, Ka’u, Pakaiea y Kalani se acercaron
a sus dominios y, al llegar, se encontraron a Ka’ahupahau. Entonces uno de los
visitantes comentó que “¡Ah! ¡Que cangrejos tan deliciosos tienes aquí!”.
Eso alertó
a Ka’ahupahau, ya que los tiburones comedores de hombres llamaban “cangrejos” a
las personas, pero no fue capaz de identificar cuantos de los visitantes eran
antropófagos y cuantos no. Así que se trasformó en una red y rodeó a los
intrusos, llamando también a los pescadores y sus aliados para que la ayudaran.
Algunos intrusos se trasformaron en peces más pequeños (pao’o) pero al final todos
fueron apresados y sacados del agua para morir en la orilla.
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Graffiti sobre el enfrentamiento entre Ka'ahupahau y Mikololou |
Ese fue
el destino de todos excepto Mikololou, que dejó morir su cuerpo pero pasó su
espíritu a la cabeza, para luego pasarlo a la lengua, hasta que sintió de nuevo
el agua y consiguió huir para volver a ser un tiburón completo y reunirse de
nuevo con sus amigos.
Ka’ahupahau
vio como escapaba pero no pudo evitarlo. Desde entonces dejó de residir constantemente
en Pu’uloa, sino que va y vuelve constantemente junto a sus hijos gemels Kupipi
y Kumaninini.
Otras consideraciones
Los
hawaiianos creían en la reencarnación y estaban convencidos de que los hombres
sabios se reencarnarían en tiburones. Se han llegado a enumerar 11 dioses
tiburón dentro su mitología, siendo Dakuwaqa y Kamohoalii los más conocidos e
importantes.
Su
importancia dentro de las diferentes culturas polinésicas variaba mucho, desde
un estatus similar al de Hawaii a ser meros peces. En algunos lugares se
llevaba a los niños cerca de tiburones para que aprendieran a tranquilizarse en
su presencia.
Los
aborígenes australianos hablaban sobre Bangudja, un tiburón tigre que atacó al
hombre delfín en el golfo de Carpetania dejando una mancha roja que todavía se
puede ver en la isla Chasm. Pero su punto de vista era más económico ya que
consideraban el gran hígado de los tiburones una importante fuente nutritiva.
Imagen australiana de un tiburón donde se muestra su gran hígado. |
Sus
vecinos maoríes creían que unas extrañas criaturas acuáticas llamadas Taniwha
que podían matar y comerse a la gente y secuestrar a las mujeres podían
aparecer con forma de tiburones.
Por el
contrario, los nativos de las Islas Salomón consideraban a los tiburones como
hermanos y protectores, afirmando que los tiburones podía salvar a la gente y
sacrificándoles cerdos. Afirmaban que eran los tiburones estaban mucho más
conectados que los delfines con las personas.
Una de
las explicaciones para esta visión protectora de los tiburones para algunos
pueblos del Pacífico radicaría en la costumbre de los tiburones de nadar en
círculos alrededor de sus presas, afirmándose que los nativos pensaban que los
tiburones los estaban protegiendo de alguna criatura más peligrosa que ellos.
En las
mitologías occidentales no hay esta presencia de dioses tiburón. Muchas veces
se ha relacionado con ellos la figura grecorromana de la Lamia, después de todo
en tiempos clásicos se llamaba “lamias” a los tiburones y algunos tiburones le
deben a ella su nombre, caso del cailón (Lamna
nasus). Pero en la mitología clásica las lamias, antecesoras de numerosas
criaturas míticas posteriores como las nagas y las umias, era una especie de seductora
temible que atraía a los hombres a la perdición. Se la ha descrito como una
suerte de “sirena terrestre”.
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