domingo, 28 de junio de 2015

Hallucigenia, los rostros de un animal realmente alucinante

Hallucigenia es uno de los fósiles más antiguos y extraños conocido por la ciencia, y su nombre significa irreal justamente por lo diferente de todos los demás animales conocidos.

Aunque su primer descubridor, el paleontólogo norteamericano Charles Doolittle Walcot encajó sus restos dentro del género Candia, los estudios posteriores lo ubicaron en su propio género y la siempre destacable labor de divulgación de Stephen Jay Gould convirtió este nuevo género en el símbolo de la “rareza” de las formas de vida primitivas y de sus propias teorías sobre el equilibrio puntuado.

Conforme la investigación fue avanzando y la evidencia se fie acumulando, la reconstrucción de Hallucigenia ha ido cambiando para acercase hasta un animal que, aunque diferente a la irreal criatura descrita por Gould, no es menos extraño.


Comenzando por el principio, a la hora de hablar de Hallucigenia, es uno de los restos fósiles del destacable animal descubierto por la familia Walcott en 1909.

El destacado paleontólogo del Smithsonian Charles Doolittle Walcott había inculcado su pasión por los fósiles a sus hijos y, durante una excursión paleontológica y familiar a la Columbia Británica en Canadá, sus hijos descubrieron un yacimiento fosilífero donde aparecían restos pequeños y bien formados. Este “yacimiento de filipópodos” convirtió los esquistos de Burguess Shale en ela primera gran ventana a los albores de la vida animal.

Durante los años siguientes, Walcott realizó un intensivo estudio del yacimiento estableciendo una importante cantidad de géneros animales antiguos. Este trabajo es, junto a su gran trabajo en la reconstrucción de los trilobites, su mayor legado.

Pero con el tiempo ha sufrido duras críticas que han tenido en Gould su mayor portavoz. Gould afirmaba que Walcott buscaba una especie de conexión entre los postulados religiosos y las teorías evolutivas basado en una especie de estabilidad, de modo que se esforzó por clasificar todas las nuevas criaturas que encontró en Burgess Shale dentro de grupos ya clasificados por la biología en lo que Gould llamó “El Calzador de Walcott”.

Este esfuerzo fue siendo desmentido con el tiempo conforme se demostraba que muchos de estos organismos formaban parte de grupos diferentes.

Un ejemplo es el resto fósil de Opabinia, que Walcott incluyó dentro de los artrópodos y al que las posteriores investigaciones situo dentro Lobopodia, un filo extinto emparentado con los artrópodos.

Otro ejemplo radica en tres criaturas descritas por Walcott: un pequeño crustáceo llamado Anomalocaris, un gusano llamado Laggania y la medusa sin tentáculos Peyotia, resultaron ser un única criatura: un depredador que llamado Anomalocaris, otro miembro de Lobopodia.

Dentro de esta línea de revisión, liderada por Simon Conway Morris y patrocinada por Stephen Jay Gould, el propio Morris descubrió que uno de los restos clasificados por Walcott como Canadia era un animal nuevo y completamente desconocido.

Reconstrucción de Hallucigenia de Morris (1977)
La reconstrucción que realizó en 1977 a partir del fósil que disponía se ha descrito como “grotesco” o “bizarro”: se trataba de un animal bilateral pero con una especie de bulbo en lugar de la cabeza, una hilera de tentáculos y dos de púas. Con eso, supuso que las púas se situarían en la parte posterior sirviendo de soporte y (dado que un animal bilateral libre debería moverse) como un mecanismo tractor similar a los parápodos de los poliquetos. Los tentáculos se ubicarían en la parte superior y contarían con una abertura o “boca” que servirían para capturar alimento y respirar. Sobre el “bulto” anterior, Morris no sabía qué decir.

Gould celebró esta reconstrucción dentro de su legendario libro “La Vida Maravillosa” cómo una prueba paradigmática de lo extraña que nos resultaría la fauna cámbrica. Desde luego, excusaba llamar a este animal Hallucigenia y afirmar que no formaba parte de ningún grupo animal conocido.

Pese a esto, el propio Gould reconoció en “La Vida Maravillosa” que la reconstrucción de Morris, aunque aplaudible por aferrarse a los datos que tenía, no era la solución más probable del puzle de Hallucigenia sino que lo más probable era que aquel fósil fuera parte de un animal más grande, al igual que el Anomalocaris.

Una vez comenté esta circunstancia con uno de mis profesores de biología y me dijo que Hallucigenia le recordaba al aparato locomotor de un equinodermo. Aunque aquello me decepcionó, pero era indiscutible que los tentáculos del Hallucigenia podía ser similares a los pies tubulares de los equinodermos, del mismo modo que sus púas a las de los erizos de mar.

Pero, conforme se fueron incorporando más fósiles al registro (actualmente disponemos de 19 ejemplares de Hallucigenia repartidos en dos colecciones, además de parientes como Microdictyon) comenzaron a quedar claras dos cosas: no había un bulto anterior y había dos filas de tentáculos que eran más similares a los apéndices de los onicóforos.

En 1991 Lars Ramskold y Hou Xianguang, tras trabajar con más ejemplares de Hallucigenia y con fósiles similares como Microdictyon reinterpretaron al animal como un onicóforo acuático, detritívoro o carroñero, que carecía de bulto anterior, empleaba los tentáculos para desplazarse y las púas de en realidad se encontraban en su dorso como defensa.

Reconstrucción de Hallucigenia por Ramskold y Xianguang
Esta reinterpretación reemplazó a la de Morris y es la más aceptada actualmente. Al clasificar a Hallucigenia como un onicóforo, volvía a emparentarse con los anélidos como Canadia. Esto seguramente habría complacido a Walcott, pero también es cierto que los onicóforos actuales son el único grupo viviente que no tiene especies acuáticas, por lo que un onicóforo acuático y espinoso seguía siendo algo ajeno a lo que tenemos en la actualidad.


Recientemente, un grupo de científicos liderados por Martin R. Smith, también del Smithsonian, han estudiado numerosos fósiles de Hallucigenia sparsa encontrados en la ladera de una montaña del Parque Nacional Yoho observándolos al microscopio.

El propio Smith reconoce que esperaba encontrar algo parecido a ojos, pero lo descubrieron mucho más que eso: en un reciente artículo publicado en la revista Nature, Smith afirma haber encontrado la cabeza de Hallucigenia, con ojos y dientes.

Esta nueva información permite una reconstrucción más completa de este animal, que refuerza el trabajo de Ramskold y Xianguang al confirmar que los tentáculos estaban en la parte inferior y las púas en la superior.

Además, Hallucigenia tenía una pequeña cabeza con tentáculos receptores y un par de pequeños ojos simples (no compuestos), bajo los que se encontraba una pequeña boca con una hilera radial de pequeños dientes que succionaba para evitar que la comida se cayese. El propio Smith afirma que esta estructura se parece a la los tardígrados y reconoce que no esperaba encontrar una estructura tan compleja en un animal tan antiguo.

Smith considera que esta estructura bucal nos da una fuerte homología con los panártropos ancestrales y varios clados de gusanos clasificados entre los ecdisozoos (animales que mudan la piel).

Los estudios del ADN sostenían que estos animales compartían un antepasado común cámbrico. Pese a que estas líneas evolutivas ya habían divergido en la época de Hallucigenia, Smith considera que su estructura bucal supone una importante homología con ese antepasado común. Llega a afirmar que los antepasados de los artrópodos tuvieron sistemas dentales que se fueron perdiendo con el tiempo.

Así, la clasificación de Hallucigenia se consolida como un antiguo onicóforo, grupo emparentado con los anélidos y los artrópodos, pero dentro de una rama diferente a los actuales supervivientes.

Este descubrimiento llegó a ser uno de los 5 artículos más importantes publicados en la revista Nature durante la última semana de Junio de 2015.

También fuera de la presa científica, los diarios tradicionales ha dedicado artículos al descubrimiento más o menos afortunados. En algunos se han podido leer descripciones bastante acertadas del trabajo de Smith (cortesía de basarse en la publicación de la agencia SINC), pero en otros también se han referido a Hallucigenia como el “antepasado común de la mayoría los invertebrados”, cosa que está muy lejos de la realidad.


También se han producido comentarios en las redes sociales y en las páginas, reaccionando a su extraño aspecto, comparándolo con un pokemon o acordándose de Stephen Jay Gould.


Aunque Hallucigenia no era tan bizarro o extraño como Gould y Morris supusieron en un primer momento, es indiscutible que se trataba de una criatura muy diferente a cualquiera de las que tenemos en la actualidad.

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