Es
más que conocido que las ballenas (así como los delfines, cachalotes o
marsopas) son mamíferos y que descienden de mamíferos terrestres de cuatro
patas. Esto es algo que se extrae de su propia anatomía y fisiología. Por ello,
los antepasados de las ballenas actuales tuvieron que atravesar una etapa en
que su estilo de vida fue fundamentalmente anfibio.
En
contra de lo que los creacionistas dicen, los fósiles de estas “ballenas
anfibias” no son escasos y, durante los últimos 20 años, se han ido
identificando no pocos géneros de cetáceos ancestrales que han sido
clasificados como arqueocetos (“ballenas antiguas”).
De
todas las ballenas anfibias, el Rodhocetus
es uno de los ejemplares más interesantes debido a que sus restos nos permiten
contemplar un esqueleto prácticamente completo de una ballena adaptada a un
estilo de vida anfibio que todavía conservaba muchas características de sus
antepasados terrestres.