sábado, 21 de febrero de 2015

El Caballero del Cantar

Bueno, un relato corto de fantasía épica muy truculento.
Al más puro estilo "Juego de Tronos"
Para estómagos resistentes



Ser Lothor Brundar corrió hacha en mano sabiendo que aquel combate contra ser Johan Claymori haría de él una leyenda cantada por los bardos de todos los reinos.

De sangre plebeya, ser Lothor Brundar se había alistado en las milicias de la Puerta Norte con solo trece años aprovechando la tremenda necesidad de efectivos que sufría lord Tyblot Goldenrose si quería ser un líder determinante en aquellos tiempos.

El joven Lothor no sabía ni le interesaba en qué consistía la guerra, si ganaban tendrían botín y si perdían los cadáveres no pasan hambre. Lo malo para él fue que lord Tybolt descubrió que era un crío y lo hizo azotar primero para ponerlo en primera línea de batalla después.

Pocos días después, el ejército de Goldenrose se alineó junto al de Thomas Dalarryn en las Tierras del Trigo contra otro ejército con más estandartes de los que Lothor podía contar. Aquel día la muerte sació su sed con la sangre de miles de hombres en ambos bandos. Lothor no murió, pero ofrendó a la muerte la sangre de muchos hombres y a si mismo con todo lo que pudo tomar de los cadáveres que sembraban el campo.

Cuando su señor apareció envuelto en una magnificente armadura negra y sobre un corcel, Lothor supo que la batalla había sido ganada. Lord Tybolt vio que el joven era un superviviente mortífero y lo invistió en la cofradía del acero sobre el mar de cadáveres.

Ya como caballero, ser Lothor Brundar obtuvo una armadura con partes de armaduras de enemigos caídos, una espada y una alabarda. Goldenrose le ayudó a vender todo el botín que no eran monedas. Con sus armas y una gran bolsa de monedas, marchó en el ejército de Goldenrose hasta una pequeña ciudad amurallada más hermosa que nada que Lothor hubiese visto, algunos soldados de mayor rango decían que se llamaba “Mercado Azul”.

Varios hombres salieron de la ciudad y lord Tybolt los hizo matar. Entonces, sobre su montura, con la rosa dorada en su escudo y su bellísima armadura negra, llamó a todos los soldados que lo seguían. Ser Lothor nunca había visto a un hombre como su nuevo señor: era más alto y altivo que ningún otro, sus cabellos eran tan dorados como el oro batido y sus ojos eran dos zafiros gélidos que nadie era capaz de afrontar.

-          ¡Contemplad esa ciudad, soldados! – gritó con una voz profunda como el abismo – ¡Yo os la entrego! Yo os entrego todo el oro y toda la sangre que contiene la ciudad, yo os entrego las vidas de todo aquel que vive tras esos muros. – calló un instante, dejando al ejército expectante – ¡Solo os pido una cosa! ¡La muerte de todos los que están dentro! ¡Que nadie salga con vida! ¡Que no quede una casa en pie! –

El ejército rompió en exclamaciones, ser Lothor se unió a ellas. Antes de que el sol hubiese alcanzado su cenit, las puertas de la ciudad ya había cedido y las torres de asedio habían llenado las murallas con hombres de Goldenrose. Las casas ardían, los cadáveres salpicaban las calles, unos soldados lanzaban monedas al aire mientras otros violaban mujeres, niñas o niños.

La misma ciudadela de la ciudad ardió y todos los que estaban dentro fueron decapitados, las cabezas cercenadas fueron cubiertas de brea y entregadas a lord Goldenrose quien, sin pestañear, las hizo meter en un cofre.

Al cabo de un día, abandonaron un solar arrasado donde había estado una ciudad para volver a la capital, donde Lothor gastó en alcohol y putas mucho del dinero que había conseguido de los saqueos.

A partir de ahí, ser Lothor Brundar pasó a formar parte de la guardia personal de lord Tybolt Goldenrose, eligiendo como emblema personal una cabeza cercenada.

Durante los siguientes diez años ser Lothor llegó a ser comandante de la guardia de lord Goldenrose y se hizo famoso por su tremenda destreza con el hacha y alabarda. Pero también por su brutalidad, su excesiva querencia por las ejecuciones y el placer que obtenía abusando de los plebeyos.

Durante esos años, realizó con sus propias manos más de doscientas ejecuciones y ganó bastantes juicios por combate convirtiendo a no pocos caballeros en pasto de gusanos. El vulgo comenzó a hablar sobre ser Lothor Brundar “el despedazador”, la sombra que había surgido de la luz del radiante Lord Tybolt Goldenrose.

Pasados esos diez años de la destrucción de Mercado Azul, el lord senescal murió y toda la corte quedó en una especie de suspenso. El rey era solo un vegetal senil, de modo que el poder estaba en manos del lord senescal y, con este muerto, llenar el vacío era el objetivo natural de lord Tybolt.

Dos hombres parecían ser los mayores problemas: el hijo del difunto lord senescal y lord Thomas Dalarryn, Gran Conde de las Montañas, que contaba con el afecto de aliados poderosos.

Como si los dioses sonrieran a lord Goldenrose, el hijo del difunto lord senescal planeó asesinar a Dalarryn con una cuadrilla de sicarios. No solo fracasó, sino que perdió la vida en el intento y Dalarryn, desconfiando de la corte, huyó de la capital.

Como último gran líder en la capital, lord Tybolt pudo nombrarse a sí mismo lord senescal y una patética sucesión de nobles capitalinos y del trigo corrió a arrodillarse ante él. Más importante fue que se presentaron los guardianes de las puertas sur y este y los nobles de las Tierras de los Pétalos para aclamarlo lord senescal. Aquel era el llamado “Partido Dorado”.

Pero, esa misma noche, ser Lothor fue enviado a la Puerta Norte, un tremendo castillo llamado Jardín de Rosas, con órdenes de su señor de atacar a los vizcondes leales a Dalarryn en las Montañas.

Llegó al castillo, reunió más de la mitad de la guardia y se dirigió a un castillo montañés favorable a su señor. En el camino, se encontró con soldados de los putos clanes de las montañas y los masacró por placer.

Tras unos días, un ejército de montañeses leales al oponente de su señor se presentó frente a sus soldados y los sus aliados. Ser Lothor no era hombre de muchas sutilezas y atacó frontalmente. Nuevamente abandonó el campo de batalla cubierto de sangre, pero no consiguió romper las filas de los disciplinados montañeses y vio como sus aliados se retiraban intimidados. Así que saqueó un par de molinos y villorrios y volvió a Jardín de Rosas.

Allá, se enteró de que los aliados de Dalarryn se reunían no solo en las Montañas sino en el Norte, el Mar Tormentoso y las Tierras Siempre Verdes. Todos ellos bajo el nombre de “Partido Blanco”. A ser Lothor no podía importarle menos como se hicieran llamar, lo que le importaba era que habría batallas y botín.

Lord Tybolt dejó a otro de sus caballeros con un ejército en Jardín de Rosas para tener a raya a Dalarryn y sus aliados norteños y eligió a ser Lothor como comandante de las milicias que se llevaría al sur para derrotar a los Dankelos y los Fossian, aliados del partido blanco.

Tras varias jornadas a buen ritmo, lord Tybolt guio a sus soldados y su legión de aliados por la orilla del río llamado “Gran Cauce” hasta el lugar donde los hombres del partido blanco se habían reunido. En la orilla norte acampó el ejército del partido dorado, en la sur estaban las famosas “espadas de agua” del Mar Tormentoso junto a los hombres de las Tierras Siempre Verdes.

Organizando a sus aliados, lord Tybolt decidió dar la oportunidad de rendirse a sus enemigos y se personó junto a sus guerreros sobre un puente para parlamentar. Mark Dankleos, gran conde del Mar Tormentoso, y Jon Fossian, gran conde de las Tierras Siempre Verdes, fueron sus contrapartes. Dos jóvenes gallardos que no cedieron, pero a ser Lothor no le interesaban, sabía que no se los encontraría en la batalla. El que sí le interesaba era el caballero que lideraba la guardia personal de Dankleos: un joven fornido con reputación de ser un combatiente formidable llamado ser Johan Claymori, una presa a la que abrir la cabeza con un hacha para las canciones de los juglares.

Por supuesto, los dos jóvenes nobles se negaron a rendirse. Dankleos había sido aprendiz de Dalarryn y Fossian había perdido a su hermano a manos de los aliados del partido dorado. A ser Lothor le gustó, le hacía ilusión saquear sus campamentos.

De vuelta al campamento del Partido Dorado, lord Tybolt comenzó a organizar a sus aliados. Un noble del partido dorado quiso atravesar el río a hurtadillas, se le autorizó y al día siguiente su estandarte estaba en manos del enemigo.

Finalmente, lord Tybolt organizó un ataque atravesando el puente y un vado del río. Ser Lothor fue puesto al frente de la segunda oleada, la primera la formaban mercenarios y la tercera aliados.

Por fin llegaba la gran batalla, aquella por la que ser Lothor había estado afilando su querida alabarda. Cuando la primera oleada chocó contra los soldados enemigos y comenzó a ceder, ordenó al portaestandarte que alzara la rosa dorada de su señor y se lanzó gritando contra los enemigos, seguido por todos sus soldados.

Las espadas de agua hicieron honor a su reputación y no rompieron filas, sino que unieron escudos y pusieron lanzas. Ambos bandos lanzaron una lluvia de flechas sobre sus enemigos.

La verdad es que la imagen era digna de ser vista: los guerreros del partido dorado cargaban gritando armados hasta los dientes mientras los del partido blanco los aguardaban expectantes. El choque también fue digno de ser visto y a ser Lothor le pareció que de ser vivido: ruido, dolor, sangre y muerte.

Las espadas de agua eran buenas, pero los guerreros de la puerta norte no las temían. Ser Lothor empleó tanto su alabarda que acabó por quebrarla y recurrir a su hacha. Un ruido ensordecedor le dijo que había llegado la tercera oleada.

Era el momento de romper las filas del enemigo y ser Lothor llegó a hachazos hasta un pequeño puente donde las espadas de agua habían mantenido a raya todo lo que les había sido enviado. Desde la entrada norte del puente, ser Lothor vio algo que no le gustó: las tres oleadas habían sido incapaces de romper las filas enemigas, contra las que se estrellaban sin éxito.

En lo alto del puente, sobre un montón de cadáveres del partido dorado, ser Johan Claymori lideraba a las espadas de agua, matarlo en ese momento y lugar decantaría la batalla para su señor y haría que el nombre de ser Lothor el despedazador llegara a todos los oídos y protagonizara canciones.

Alzó su hacha y se lanzó corriendo contra ser Johan. Este interpuso su escudo y evitó que ser Lothor lo hiriese, pero perdió el equilibrio, respondió haciendo una zancadilla desde el suelo. Ser Lothor cayó y al volver a enderezarse su oponente lo estaba esperando. Durante docenas de fintas y estocadas interpretaron la danza de la muerte una y otra vez hasta que ser Lothor alzó su hacha y ser Johan interpuso su escudo. Cuando el hachazo se disponía a bajar, ser Johan lanzó su escudo hacia delante apartando el hacha de ser Lothor, y ejecutó una estocada directa contra la nuez de su oponente.

Ser Lothor quiso dar un paso atrás, pero chocó contra la barandilla de piedra del puente. La punta de la espada de ser Johan abrió la nuez de ser Lothor y este se llevó las manos a la garganta, cosa que su oponente aprovechó para asestarle un mandoble contra la nuca.

La imagen de ser Lothor el Despedazador cayendo al suelo frente a un guerrero de los Dankleos minó el coraje de los hombres de los Goldenrose y, antes de una hora, los soldados del partido dorado abandonaron la lucha para refugiarse en la orilla norte del río. Los hombres del partido blanco no los persiguieron, sino que lanzaron con balistas vasijas de aceite prendido contra su campamento, que tuvo que replegarse.

El cadáver de ser Lothor Brundar quedó atrás, pisoteado y saqueado por las espadas de agua de los Dankleos para luego ser quemado al anochecer. Sin embargo esa misma noche el nombre de ser Lothor Brundar el Despedazador fue en el más repetido en torno a las hogueras en el campamento del victorioso partido blanco, cada vez tenía más codos de alto, había matado más hombres buenos y violado más niñas no florecidas, cantaban los soldados, y cada vez ser Johan Claymori le había derrotado más gallardamente.


No fueron pocos los bardos que, desde aquella noche, recogieron las palabras de las espadas de agua de cómo ser Johan Claymori venció y mató a ser Lothor Brondar, vindicando todos sus crímenes.

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