Hallucigenia es uno de
los fósiles más antiguos y extraños conocido por la ciencia, y su nombre
significa irreal justamente por lo
diferente de todos los demás animales conocidos.

Conforme la investigación fue
avanzando y la evidencia se fie acumulando, la reconstrucción de Hallucigenia ha ido cambiando para
acercase hasta un animal que, aunque diferente a la irreal criatura descrita
por Gould, no es menos extraño.
Comenzando por el principio,
a la hora de hablar de Hallucigenia,
es uno de los restos fósiles del destacable animal descubierto por la familia
Walcott en 1909.
El destacado paleontólogo del
Smithsonian Charles Doolittle Walcott había inculcado su pasión por los fósiles
a sus hijos y, durante una excursión paleontológica y familiar a la Columbia
Británica en Canadá, sus hijos descubrieron un yacimiento fosilífero donde
aparecían restos pequeños y bien formados. Este “yacimiento de filipópodos”
convirtió los esquistos de Burguess Shale en ela primera gran ventana a los
albores de la vida animal.
Durante los años siguientes,
Walcott realizó un intensivo estudio del yacimiento estableciendo una
importante cantidad de géneros animales antiguos. Este trabajo es, junto a su
gran trabajo en la reconstrucción de los trilobites, su mayor legado.
Pero con el tiempo ha sufrido
duras críticas que han tenido en Gould su mayor portavoz. Gould afirmaba que
Walcott buscaba una especie de conexión entre los postulados religiosos y las
teorías evolutivas basado en una especie de estabilidad, de modo que se esforzó
por clasificar todas las nuevas criaturas que encontró en Burgess Shale dentro
de grupos ya clasificados por la biología en lo que Gould llamó “El Calzador de
Walcott”.
Este esfuerzo fue siendo
desmentido con el tiempo conforme se demostraba que muchos de estos organismos
formaban parte de grupos diferentes.
Un ejemplo es el resto fósil
de Opabinia, que Walcott incluyó
dentro de los artrópodos y al que las posteriores investigaciones situo dentro
Lobopodia, un filo extinto emparentado con los artrópodos.
Otro ejemplo radica en tres
criaturas descritas por Walcott: un pequeño crustáceo llamado Anomalocaris, un gusano llamado Laggania y la medusa sin tentáculos Peyotia, resultaron ser un única
criatura: un depredador que llamado Anomalocaris,
otro miembro de Lobopodia.
Dentro de esta línea de
revisión, liderada por Simon Conway Morris y patrocinada por Stephen Jay Gould,
el propio Morris descubrió que uno de los restos clasificados por Walcott como Canadia era un animal nuevo y
completamente desconocido.
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Reconstrucción de Hallucigenia de Morris (1977) |
La reconstrucción que realizó
en 1977 a partir del fósil que disponía se ha descrito como “grotesco” o “bizarro”:
se trataba de un animal bilateral pero con una especie de bulbo en lugar de la
cabeza, una hilera de tentáculos y dos de púas. Con eso, supuso que las púas se
situarían en la parte posterior sirviendo de soporte y (dado que un animal
bilateral libre debería moverse) como un mecanismo tractor similar a los
parápodos de los poliquetos. Los tentáculos se ubicarían en la parte superior y
contarían con una abertura o “boca” que servirían para capturar alimento y
respirar. Sobre el “bulto” anterior, Morris no sabía qué decir.
Gould celebró esta
reconstrucción dentro de su legendario libro “La Vida Maravillosa” cómo una
prueba paradigmática de lo extraña que nos resultaría la fauna cámbrica. Desde
luego, excusaba llamar a este animal Hallucigenia
y afirmar que no formaba parte de ningún grupo animal conocido.
Pese a esto, el propio Gould
reconoció en “La Vida Maravillosa” que la reconstrucción de Morris, aunque
aplaudible por aferrarse a los datos que tenía, no era la solución más probable
del puzle de Hallucigenia sino que lo
más probable era que aquel fósil fuera parte de un animal más grande, al igual
que el Anomalocaris.
Una vez comenté esta circunstancia con uno de mis profesores de biología y me dijo que Hallucigenia le recordaba al aparato locomotor de un equinodermo. Aunque aquello me decepcionó, pero era indiscutible que los tentáculos del Hallucigenia podía ser similares a los pies tubulares de los equinodermos, del mismo modo que sus púas a las de los erizos de mar.
Pero, conforme se fueron incorporando más fósiles al registro (actualmente disponemos de 19 ejemplares de Hallucigenia repartidos en dos colecciones, además de parientes como Microdictyon) comenzaron a quedar claras dos cosas: no había un bulto anterior y había dos filas de tentáculos que eran más similares a los apéndices de los onicóforos.
En 1991 Lars Ramskold y Hou Xianguang, tras trabajar con más ejemplares de Hallucigenia y con fósiles similares como Microdictyon reinterpretaron al animal como un onicóforo acuático, detritívoro o carroñero, que carecía de bulto anterior, empleaba los tentáculos para desplazarse y las púas de en realidad se encontraban en su dorso como defensa.
Reconstrucción de Hallucigenia por Ramskold y Xianguang |
Esta reinterpretación reemplazó a la de Morris y es la más aceptada actualmente. Al clasificar a Hallucigenia como un onicóforo, volvía a emparentarse con los anélidos como Canadia. Esto seguramente habría complacido a Walcott, pero también es cierto que los onicóforos actuales son el único grupo viviente que no tiene especies acuáticas, por lo que un onicóforo acuático y espinoso seguía siendo algo ajeno a lo que tenemos en la actualidad.
Recientemente, un grupo de
científicos liderados por Martin R. Smith, también del Smithsonian, han
estudiado numerosos fósiles de Hallucigenia
sparsa encontrados en la ladera de una montaña del Parque Nacional Yoho observándolos
al microscopio.
El propio Smith reconoce que esperaba
encontrar algo parecido a ojos, pero lo descubrieron mucho más que eso: en un
reciente artículo publicado en la revista Nature,
Smith afirma haber encontrado la cabeza de Hallucigenia,
con ojos y dientes.
Esta nueva información permite
una reconstrucción más completa de este animal, que refuerza el trabajo de
Ramskold y Xianguang al confirmar que los tentáculos estaban en la parte
inferior y las púas en la superior.
Además, Hallucigenia tenía una pequeña cabeza con tentáculos receptores y
un par de pequeños ojos simples (no compuestos), bajo los que se encontraba una
pequeña boca con una hilera radial de pequeños dientes que succionaba para
evitar que la comida se cayese. El propio Smith afirma que esta estructura se
parece a la los tardígrados y reconoce que no esperaba encontrar una estructura
tan compleja en un animal tan antiguo.
Smith considera que esta
estructura bucal nos da una fuerte homología con los panártropos ancestrales y varios
clados de gusanos clasificados entre los ecdisozoos (animales que mudan la piel).
Los estudios del ADN sostenían
que estos animales compartían un antepasado común cámbrico. Pese a que estas
líneas evolutivas ya habían divergido en la época de Hallucigenia, Smith considera que su estructura bucal supone una
importante homología con ese antepasado común. Llega a afirmar que los
antepasados de los artrópodos tuvieron sistemas dentales que se fueron
perdiendo con el tiempo.
Así, la clasificación de Hallucigenia se consolida como un
antiguo onicóforo, grupo emparentado con los anélidos y los artrópodos, pero
dentro de una rama diferente a los actuales supervivientes.
Este descubrimiento llegó a
ser uno de los 5 artículos más importantes publicados en la revista Nature durante la última semana de Junio
de 2015.
También fuera de la presa
científica, los diarios tradicionales ha dedicado artículos al descubrimiento
más o menos afortunados. En algunos se han podido leer descripciones bastante
acertadas del trabajo de Smith (cortesía de basarse en la publicación de la
agencia SINC), pero en otros también se han referido a Hallucigenia como el “antepasado común de la mayoría los
invertebrados”, cosa que está muy lejos de la realidad.
También se han producido
comentarios en las redes sociales y en las páginas, reaccionando a su extraño
aspecto, comparándolo con un pokemon
o acordándose de Stephen Jay Gould.
Aunque Hallucigenia no era tan bizarro o extraño como Gould y Morris
supusieron en un primer momento, es indiscutible que se trataba de una criatura
muy diferente a cualquiera de las que tenemos en la actualidad.
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