domingo, 17 de agosto de 2014

¿Ha derrocado Pablo Iglesias al rey Juan Carlos?

Vamos por partes, que el comienzo de la entrada ya es de por si un poco rimbombante.

El anterior rey de España se llamaba (para quien no lo sepa) Juan Carlos de Borbón y Borbón-Dos Sicilias. Nació en Roma, allá por el 5 de enero de 1938. Su padre Juan fue jefe de la casa real española tras la renuncia del electoralmente derrocado Alfonso XIII, un soldado-rey menos capacitado para el gobierno que su padre Alfonso XII.





Juan Carlos I pasaba de príncipe a rey en 1975, detentando la corona hasta 2014, uno de los reinados más largos de la historia de España. Durante la mayor parte de estos 39 años, don Juan Carlos disfruto de una gran popularidad tanto en España como en Latinoamérica, donde llegó a ser el líder mejor valorado en 2008.
Don Juan Carlos y su esposa Sofía el día de su boda

Esta buena imagen se mantuvo incluso mientras los grandes líderes políticos como el desaparecido Adolfo Suárez o el eterno Felipe González. También sobrevivió al reconocimiento de su tío bastardo o su conocido romance extramatrimonial con Corinna zu Sayn-Wittgensteinl. El rey pasó de salir en las pesetas a salir en los euros sin muchos problemas.

Esto dio lugar a una corriente de opinión en España y Latinoamérica llamada "juancarlismo" formada por personas que simpatizaban con la persona de don Juan Carlos más que con la institución monárquica y que algunos diarios internacionel como The Times llegaron a definir como un auténtico "Culto a la personalidad" agrabado por la irresponsabilidad penal que le daba la inviolabilidad penal que le daba la constitución. Críticas que tardaron mucho en calar en la mayoría de la sociedad.

Pero el juancarlismo llevaba años de capa caída. Lo primero fue la boda del príncipe Felipe con Letizia Ortiz en 2004. Es extraño, pero la joven periodista que coopresentaba los informatios de TVE junto con Alfredo Urdazi no caló tanto como la corona esperaba en la sociedad y, en el fondo, el príncipe se beneficiaba de su condición de soltero de oro.

Luego llegó el caso NÓOS, que comenzó en 2011 como una ramificación del caso Palma Arena y no tardó a salpicar al yerno del rey. El problema, lejos de ser una tormenta pasagera, se ha convertido en un huracán. El duque de Palma (empalmado según él mismo) no disfruta de la inmunidad legal del rey pero ciertos sectores de la justicia (caso del fiscal Horrach) parecen haberle deseado defender. Además, ciertas declaraciones de funcionarios que afirmaban no haber reconocido el número de DNI de la infanta Cristina (que es 000000014) o el hecho de que años antes los duques de Palma se hubieran mudado a New York dieron una horrible imagen ante opinión pública.

Imagen que no mejoraría la entrevista de Jaume Matas a Jordi Évole donde el expresidente balear confesaba al follonero que pagaba al instituto NÓOS por informes que no llegaba a leerse y cuyo presupuesto no comprendía. En el mismo programa, un día diferente, un funcionario de justicia afirmó que en el caso NÓOS pretendía "Enterrarlos en papel". La defensa a ultranza por parte de la prensa amarilla, tanto rosa como TDT party, no compensó esta mala impresión.

El Caso Urdangarín fue el primero de los escándalos que afectaron a la corona.

Pero en 2012 llegó la cacería de elefantes en Botsuana, mientras las condiciones de la gente en España caían, el rey se fue a cazar una especie protegida y popular a un país africano. WWF le retiró la condición de presidente honorífico, pero la escalada de bromas dejó entrever que el juancarlismo estaba dañado y no ayudó nada que algunos medios amarillos llebaran furtivos a defenderlo. Su mítico "Lo siento mucho, me he equivocado, no volerá a ocurrir" tampoco caló en una opinión pública que ya no era tan favorable como en su día.

Y, de repente, la fortuna personal del rey, su presupuesto, sus relaciones extramtrimoniales, sus amistades con monarcas absolutos... todo lo que hasta entonces se había ignorado públicamente fuera de los círculos republicanos pasó a estar ante el ojo público.

Y es en esta fecha cuando también se hacen famosas las caídas debidas al limitado estado de salud del monarca ibérico. Las operaciones para colocarle unas caderas de titanio y sus muletas, lejos de dar seguridad dieron la imagen de un rey envejecido, casi tullido.
Los chistes sobre las caídas reales alcanzaron categoría de arte

Mientras tanto, el caso NÓOS segía arreciando, lo que antes se ignoraba era un escándalo y la insatisfacción ciudadana ante el régimen friedmanita comenzaba a apuntar al rey. Como decía Pablo Motos al cerrar 2012 "¿Qué más puede pasar? ¿Que la infanta se apunte a Gandhía Shore?"

Vamos, que el juancarlismo estaba de capa caída y el republicanismo crecía como la espuma, hasta el punto de que la defensa de la monarquía recaía en los dos grandes partidos: PP y PSOE, cuya imagen estaba (y está) también por los suelos.

A principios de 2014 estaba en la agenda política aforar a la reina Sofía y el príncipe de Asturias. Justamente cuando la opinión social era que en España sobraban aforados.

Luego, el 2 de Junio de 2014, el rey anuncia su abdicación afirmando que llevaba mucho tiempo pensándolo y que estaba planeado desde principios de año.

Vale. Si estaba planeado desde Enero y Diciembre ¿Para qué aforar al príncipe que iba a heredar la inmunidad legal consitucional? ¿Y porqué votar la ley de abdicación de forma inmediatamente posterior de una forma que todo el mundo definió como una chapuza? Luego se aforó al rey con una enmienda a un decreto ley.

¿Cómo pudo suceder esto de forma tan drástica y, según los entendidos, chapucera?

Pues una semana antes, el 25 de Marzo, tuvieron lugar las elecciones al parlamento europeo. Estas elecciones fueron precedidas por una campaña electoral marcada por dos características: las lamentables campñas electorales de los dos grandes y la desafección ciudadana, que recibió de buen grado las alternativas como los verdes de EQUO, un UPyD y una IU desgastados, unos nacionalistas con los ánimos muy subidos y un partido liderado por el mediático tertuliano Pablo Iglesias (Podemos).

Las campañas electorales fueron muy limitadas: UPyD cual secta de Rosa Díez, el PSOE como catatónico, el PP con esa mezcla suya de prepotencia y paletismo... y un aire de rechazo al "establisment".

La noche electoral del 25 de marzo ya son conocidos: celebradísimo barapalo del bipartidismo que perdió más de un tercio de sus apoyos y pasó a ser menos del 50% de los votos. El PP conseguía ser el más votado, pero incapaz de llegar a una mayoría. La suerte del PSOE fue similar. IU creió un poco pero la auténtica sorpresa fue que Podemos, un partido de discurso antisistema, pasaba de la nada 6 eurodiputados.
Elecciones al parlamento europeo en España en 2014

Las críticas contra Podemos y Pablo Iglesias comenzaron desde el primer momento y estubieron enmarcadas en la chabacanería e indigencia intelectual acostumbrada por la gente que él llama "la casta". Ni fue el ganador de las elecciones ni fue el único que le quitó votos a los grandes, pero el miedo que le tienen es asombroso.

Dos portadas de El Jueves casi consecutivas

Volviendo a lo que nos ocupa, el rey abicó prácticamente a renglón seguido del gran batacazo del bipartidismo de una forma un tanto torticera dejando el trono a su hijo Felipe VI. La abdicación tuvo dos efectos: las redes sociales se llenaron de montages de "Juego de Tronos" e imágenes de elefantes contentos y las plazas de Sol o Gran Vía se llenaron de manifestantes republicanos que ondeaban la tricolor junto a la estatua de Carlos III (el que debió de ser el mejor rey de la historia de España). Antes del fin de semana se convocaron contramifestaciones monárquicas que fueron un completo fracaso: la propia organización afirmó que reunieron en Sol 100 personas, un 12ª parte de lo que La Razón daba a los republicanos.

Una imagen dice más que mil palabras

Mal comienzo para el reinado de un Felipe VI que tendrá que recuperar la imagen de la institución monárquica.

En otras palabras: la imagen del rey estaba por los suelos y la insatisfacción con la corona por las nubes cuando llegaron la europeas y en ellas los dos grandes partidos, y grandes soportes de la corona, salieron mal parados. El batacazo del bipartidismo ha sido la gota que ha colmado el baso de un rey en mal momento y este, por las buenas o por las malas, ha dejado sitio a su hijo que era el mejor valorado en las encuestas.

Se acaba un era, la del Rey Juan Carlos, marcada por la democracia parlamentaria el el desarrollo social. Pero también por una democracia incompleta, un caciquismo persistente y muchas pretensiones que en sus últimos años había girado de un sistema de socialdemocracia a otro casi bananero.


También su abuelo Alfonso XIII fue derrocado por unas elecciones, en este caso locales en 1931. Aquello marcó el inicio de la (demasiado) comentada II República ¿Habrá algo nuevo ahora? El futuro lo dirá.

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