jueves, 17 de julio de 2014

La Tintorera, esa maravillosa chapuza evolutiva.


Este título, un tanto transgresor, ya ha ofendido a algunos amantes de los tiburones que, como yo, tienen esta criatura en muy alta estima.



La Prionace glauca es una variedad de tiburón clasificado dentro del grupo de los carchariniformes en la familia carcharinidae, cuyos miembros han sido descritos como "tiburones típicos" o como "jaquetones". Entre sus nombres cordiales tenemos el gallego quenlla (que en gallego normativo ha desplazado a tabeirón como referencia a todos los tiburones), el conocido tintorera y el término tiburón azul en referencia al color de su dorso que da lugar a una sinonimia con otros tiburones azules como los marrajos (I.oxirhynchus).





Dentro de la cultura popular, la tintorera ha llegado a dar título una película de serie b en los ochenta y sus frecuentes avistamientos causan inquietud en las playas.

En principio la tintorera no es un animal especialmente peligroso, si bien es cierto que es un carcarínido relativamente grande (el máximo registrado está en 380 cm) y puede tornarse agresivo en caso de sentirse agredido, se han producido casos de ataques aunque mucho bucadores profesionales nadan con ella tranquilamente.
Disrtibución de la tintorera

En lo que refiere a su comportamiento natural, la tintorera es el tiburón pelágico por excelencia con una distribución globar que afecta a ambos hemisferios y todos los océanos. Solamente las aguas polares más frías parecen carecer de ellas. Además, como muchos tiburones pelágicos, se trata de un animal euribático, esto es, capaz de nadar a disferentes profundidades realizando importantes desplazamientos verticales.

Por consiguiente, la P.glauca es un auténtico todoterreno pelégico capaz de realizar enormes migraciones tanto en la vertical como en la horizontal.

Sirva como ejemplo el caso de una hembra marcada en Portugal que llegó a descender 1160 metros de profundidad. Sin embargo, los responsables de la investigación tuvieron que volver a guardar el champán porqué un macho de 2,5 llamado Bodhi (cada uno tiene el nombre que le toca) marcado en Nueva Zelanda llegó a alcanzar los 1250 metros de profundidad más o menos por las mismas fechas. Se trató, tengámoslo en cuenta, de casos extremos ya que la mayoría de las tintoreras se acomodan entre la superficie y los 350 metros de profunidad. ¿Por qué bajar tan profundo? Es sabido que a las tintoreras les gustan mucho los calamares, que suelen vivir a cierta profunidad.
Recorrido de S10 (Queiroz et all, 2012)

En lo que se refiere a los movimientos horizontales, la hembra marcada en Portugal (conocida simplemente como S10, Shark 10) recorrió unos 2721 km en unos 50 días (Queiroz et al, 2012). ¿Por qué moverse tanto? Nuevamente lo más probable es que sea un busca de comida.

Prácticamente, el único tiburón que puede competir en categoría de natación con la tintorera es el jaquetón oceánico (Carcharinus longimanus),

Entonces ¿De donde saco yo esto de que la Prionace glauca es una chapuza evolutiva?

Pues de compararla con otros carcarínidos como la sarda, el tigre, los tiburones sedosos... que tienen unos rasgos menos marcados.


Distintas variedades de carcarínidos. Solo el primero, oceánico, tiene unos rasgos tan marcados como la tintorera.

Vamos por el principio: los tiburones nadan con ondulaciones en forma de S de la parte posterior de su cuerpo. Desde hace años se asume que es una herencia de sus (nuestros también) antepasados cefalocordados y la verdad es que es un hipótesis plausible. A la hora de nadar rápido, sigue siendo el sistema de natación prederido de todos los peces pelágicos (desde sardinas a atunes), también lo aprobechan las serpientes marinas e incluso los ictiosaurios lo adoptaron en el jurásico. El problema de este sistema es que causa un fenómeno llamado "cabeceo negatio" que implica que nuestro tiburón se hunde al nadar. Para compensarlo, los tiburones desarrollaron sus aletas pectorales ya en los primeros estadíos de su evolución, estas aletas actúan como los estabilizadores de un submarino.

Lo que pasa con la tintorera es que sus aletas pectorales han crecido demasiado hasta el punto que causan al pez el problema contrario: cabeceo positivo, el tiburón se para arriba. La evolución compensó esto haciendo que el lóbulo superior de la aleta caudal (la cola) creciese todavía más que en cualquier carcarínido. Sin embargo la cola creció hasta no solo compensar el cabeceo pisitivo sino que acabó causando de nuevo el proble contrario: cabeceo negativo, el tiburón se hunde.

Y la tintorera desarrolló una alternativa: le creció el morro y se llenó de aceite. No es extraño, la mayoría de los tiburones tienen un morro prominente y hígados grandes y muy ricos en aceite, cuando se disecciona un tiburón no es raro encontrar este acetie. Como el aceite es menos denso que el agua, esto les aporta flotabilidad, lo cual a si vez compensa el cabeceo negativo.

Así llegamos hasta la moderna tintorera, un animal bellísimo de aspecto sereno, grandes ojos, dorso azulado y vientre blanco que quizá sea el mejor nadador del océano capaz de bajar hasta grandes profundidades y recorrer enormes volúmenes de agua en pos de alimento o lugares para la reproducción.

Por supuesto, la tintorera tiene otras virtudes naturales que comparte con los demás tiburones, como la sensibilidad  a los campos eléctricos y magnéticos, su olfato agudísimo o una inteligencia mucho mayor que la de los peces óseos. Pero parece que la clabe de su éxito es su capacidad como nadador.

Y esta criatura ha evolucionado compensando una sucesión de rasgos exagerados de su antomía. No conocemos el curso exacto de su evolución ni como se separó de sus parientes de los géneros Carcharinus o Galeocerdo en un género a parte pero parece claro que la tintorera es un animal adaptado perfectamente para la natación pelágica.

Es una criatura espectacular, donde se compensan una sucesión de rasgos exagerados (aletas, cola, ocico). Es una maravillosa chapuza evolutiva.

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